sábado, 26 de mayo de 2007

Con efe de fonograma

Con efe de fonograma

El flaco recibió la carta bajo la certeza de una trampa; cerró la puerta y corrió con sobre por el largo pasillo de la casa hasta detenerse y entregarse al papel. Victoria volvía a escribir y las precarias frases se deslizaban sin ánimo en un pedacito de hoja que apenas permitía la lectura.
Bss, bss, bss, Fonograma
- Puta, sólo es un fonograma.
Sin embargo, dentro del sobre le había enviado decenas de estampitas plastificadas, tan parecidas a esas que los niños ofrecen en los subtes.
- ¡Pero éstas no son de Santos!
Eran de ella.
-¡Son estampas pornográficas! sentenció la madre, que aparecía repentina, detrás de él, habiéndolo visto todo.
Alejo se alejó y escondió sus papeles, pero las estampas caían, una y otra vez, tenían como jabón -¡Lavala a esa puta! gritó la vieja. - No mamá; Victoria siempre se resbala.
Despertó.
Tan temprano y con angustia.
Llevó la frazada azul hasta las orejas y remoloneó con miedo.
-¿Qué pasa? ¿Dormiste mal? ¿Otra vez?
- No.
- Dormiste mal.
Se destapó y se puso lo que encontró, un jean sucio, colgado en la silla.
Había que ir al trabajo. Pasar por el baño.
-Únicamente en sueños esa turra.

Victoria retornaba, como siempre. Hacía dos años que no sabía de ella y hacía dos años que dormía mal.
El día transcurrió entre rutinas y Alejo retenía inquieto la imagen de las estampitas:
- ¡Santa Victoria, flor de Tetas! ¿Qué será un fonograma?
Mientras acomodaba un piloncito de remitos, dibujó la palabra sobre la fórmica del escritorio: FONOGRAMA

Esa noche, corrió con un bebé en brazos bajo la lluvia gris, negra, marrón. Los cables de luz acompañaban el vendaval, lo que restaba del cielo caía deshilachado. Alejo corría y el niño inmóvil y frío gemía entre sus brazos. Buscaba a Victoria y el niño caía en el agua; tragándolo. Se lo tragaba, pero qué cabeza tan grande tiene... ¡Santa Victoria, flor de Tetas!
-¡Agarrame el fonograma! gritó.
Mariana encendió la luz y lo miró cansada.
- ¿Otra vez, Alejo?
- ¿Qué es un fonograma?
- No sé, es temprano...
- ¿Qué es un fonograma?
- Que sé yo... - Mariana apagó la luz- es tarde...

Las páginas del libro pasaban, cosquilleaban en ojos y nariz; el movimiento detenía la intención en la letra F; ocupaba toda la carilla. EFE, Efe de fonograma, decía al pie. Y él daba vuelta la página y las letras eran pequeñas. Alguien tironeaba del libro. Él esforzaba el alma por leer.

El diario bajo el brazo y el colectivo a Constitución, como siempre, como todos los días, días desalineados como él, que camina lento, envuelto en fantasmas, sobre calles laberínticas de memoria irreal. Tantos pies sobre la avenida.
-¿Por qué tanta gente a esta hora?
Entraba al trabajo y fichaba la tarjeta marrón unos cuantos minutos más tarde.
- Siempre tarde usted... ¿Hasta cuándo?

Avanzaba por el pasillo entre siluetas imprecisas, tan laboriosas. Avanzaba entre las risas de algunos y alguien le dijo: - la bragueta, flaco, la bragueta... y él se palpó y se subió el cierre y se subió la vergüenza y una zorra pasó a su lado arrastrando muchas cajas con latas de durazno. Dejó el pasillo y entró.
PLAK
OFICINA HERMETICA
HECHA A LA LIGERA
CERRAMIENTOS DE ALUMINIO
VIDRIOS OPACOS.
Alejo fichó la salida.
-Esta ciudad de mierda
La gente abalanzaba monotonía y empujaba todo con la panza, ¡adentrooo! ¡vamos jefe! y el colectivo arranca, ronca, a Wilde; en una de esas ventanas, el rostro de Victoria, fugaz, como para besar el vidrio, con aquellos ojos enormes, perdidos.
- Victoria...
El bondi lanzó bocanada gris; irritó contenerla en la garganta.
Alejo empujó a la gente y se trepó como pudo a otro que partía en ese mismo momento hacia ese mismo lugar.
Observó cada parada, preso de una taquicardia incipiente, supo de todos los pasajeros que descendían, de los que descolgaban, de los que bajaban y volvían a subir. Cola con trompa, trompa con cola, semáforos, bocinas, autos, y ya muy cerca de la terminal la vio nunca bajarse del bondi, pero muy caminando por la calle empedrada.
Se tiró. Corrió y la tomó del brazo, la dio vuelta hacia él.
Victoria no respondió. Lo miró fijo durante un rato y desdibujó violenta en otra mujer.
- Flaco, flaco... la terminal.
Abrió los ojos y supo que era un idiota.
Era de noche, de noche cerrada y sucia y probablemente Mariana estuviera harta y probablemente, él, no sabría qué decir.

Alejo llegó y Mariana no estaba en casa, ni siquiera había dejado una nota. Se había ido; volvería, en cualquier momento. Corrió un montón de ropa sucia al piso, desparramada sobre la colcha, desparramada sobre el piso y se metió en la cama vestido y leyó unas revistas viejas que andaban abiertas y sin tapa y después revolvió el cajón de la mesa de luz, con su brazo largo, pesado, pero de mano inquieta y encontró una birome y jugó con grillas y crucigramas. Cuando el hambre lavó su estómago fue a la cocina a preparar algo. Algo como un huevo, que fue lo único que encontró.
El timbre quebró la nada y entre el fastidio y el desgano salió de la cama para abrir la puerta. El vecino lo miró mal, con cara de haber visto demasiado.
-Tomá, lo encomendaron para vos esta mañana.
Alejo asintió y dejó que la puerta deslizara su pesada hinchazón entre ruidos, crujiendo. Quédate con ganas, gordo, no te voy a preguntar... Miró el sobre con desconfianza. ... aceite, algún día, en las bisagras. La empujó con el pie: -cerrate puta, que hace frío.
Volvió a mirar el sobre sucio y ajado; lo abrió; y en el límite de la perplejidad, las ocultas, traspapeladas y bienhalladas fotos y fotitos de las tetas y tetas de Victoria en aquella histórica noche de putas enjabonadas, resbalaron entre sus manos como una lluvia de estampitas que cayera de la mano de un farsante dios al piso y en un pedacito de papel de diario, Mariana despedía desidia, incolora, sin ánimo, deslizándose para siempre de él y del hartazgo de noches y días somnolientos y desalineados.
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Con efe de fonograma,
by Vanesa Guerra, 1994
Metáforas del lunar conyugal, 2000


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